Poniéndonos al día

Llevo semanas intentando escribir algo coherente pero todavía no me sale. Mientras tanto volveré a intentarlo. Debe ser el quinto documento que empiezo desde aquel primer experimento. Cada día, cada semana, recordaba que tenía que escribir algo de esto. Porque tengo cosas que decir y gente que quiere oírlas, pero cuando intento hilar el discurso, las palabras parecen no encajar las unas con las otras, los párrafos se me quedan vacíos.

Tampoco sé cómo empezar conversaciones. Está todo en mi cabeza, pero no sé cómo sacarlo. Quiero hablar con algunas personas de clase y preguntarles qué tal el verano, que han estado haciendo, pero me bloqueo. Responder a los mensajes ya no es tan fácil como era antes. Los siento vacíos.

Estos días aprovecho las noches para trabajar en mi novela, no durante mucho tiempo pero sí con bastante intensidad, escribiendo poco, pero cada día mejor. Poco a poco mi horario de sueño se va haciendo más y más noctívago sin llegar a hacerse insomnio.

Las mañanas son duras cuando me levanto sin rumbo, me despierto a medias y me paso la mañana vagando por casa, con la mente apagada y necesitada de estímulos y un cuerpo que no consigue recibir ninguna sensación placentera, solo un hormigueo que en algún momento termina pasando.

Y me aburro más allá de lo racional. Aburrimiento crónico, que consigo olvidar cogiendo el móvil, con un pequeño chute de dopamina, pero también se vuelve aburrido. Al final del tengo el móvil a mi lado mientras escribo y me siento más activamente tonto solo con mirarlo,. Me roba la concentración que tanta determinación me cuesta, es capaz de borrar de un plumazo las ganas de crear que voy reuniendo a lo largo del día. Con los años me voy dando cuenta de que solo soy capaz de hacer cosas que verdaderamente me gustan durante la noche o fuera de casa. Leer es para el tren, ya que tiene la cantidad adecuada de ruido, escribir es para un tiempo razonablemente silencioso y sobre todo solitario como la noche, pero también sirve un parque o una cafetería si tengo que trabajar en un párrafo o idea concretos.

Tener ideas no está siendo fácil últimamente. Requieren una cantidad estúpida de trabajo, y trabajar necesita una cantidad enorme de no hacer nada. Y con tal de hacer algo hago cualquier cosa, y así socavo toda posibilidad de escribir antes de las 12 de la mañana. Me encantaría ser capaz de escribir todo el día, poder sumergirme de lleno en la novela, enterrarme en las palabras, no poder pensar en otra cosa tal y como solía hacer en alguna época.

Esa otra época no tenía teléfono móvil. Mi acceso a internet era mucho más limitado. También había muchas otras cosas a las que no volvería. Hoy día todo es distinto, mejor. Quedo mucho con mis amigos. No tanto como hace un mes, porque tener un plan todos los días es tan malo como no tenerlo nunca. Entonces me puse enfermo y me tuvo tirado en la cama los primeros días del mes de julio. Es raro tener fiebre y que haga calor fuera.

El tiempo también está raro. No hace mucho calor, pero hace mucho calor. Como decisión activa, elijo no quejarme mucho. Tengo demasiada sed como para decir tonterías.

Hoy quedé con un amigo porque teníamos que ponernos al día. Nos sentamos en una terraza y hablamos durante horas de la ESO y de lo que pasó después y me perdí. El curso de los acontecimientos es curioso. Las cosas se van cayendo por su propio peso.

El otro día hablé con una persona a la que no conozco mucho y quiero conocer más. Hace unos años me inventé la palabra “protoamigo”. ¿Qué somos? ¿Oomfs, mutuals? Me gusta conocer gente. Pero cuánto me habría gustado tomar un café en vez de pasarme el día pendiente del móvil. Podríamos haber hablado de muchísimas más cosas, pero la conversación tampoco fluyó tanto. Solo hablamos de música.

Me vuelve a gustar la música. Estos últimos meses no la había estado sintiendo con la intensidad que necesitaba. Me parecía aburrida, escuchando siempre las mismas canciones, mismos álbumes, mismos Mix. Encontré lo que me estaba fastidiando: un exceso de algoritmos. No necesito ninguna recomendación, sé qué quiero escuchar. Y no quiero pagar una tasa por ello.

Así que me compré un MP3 y tuve que encontrar la forma más fácil de descargar música. Además, soy bastante exigente y quiero que esté bien configurada para tenerla clasificada por álbumes y artistas.

Después de esa desintoxicación de algoritmos me vuelve a rascar los lugares que antes me rascaba. Ahora mi cabeza pide música y más música, sobre todo por las noches, ya no tanto por la calle. Por la calle mis pensamientos se vuelven muy ruidosos, los oigo por encima de la música, por encima del tráfico. Vivo en una avenida con cuatro carriles, así que eso es muy alto. A todo el mundo en mi casa le gusta una cantidad normal, quizás a mi madre menos que la media. Siempre está puesta la radio, personas hablando, los bajos cruzando a través de las paredes en una cacofonía que me pone enfermo.

Contradictoriamente, lo que me hizo recuperar el gusto fue ir en coche con mi familia. Una hora y media de ida y otra de vuelta a Bulnes. Incluso hice un dibujo allá en el pueblo, un par de casas en una cresta rocosa con una montaña gigante detrás. Vimos el Picu Urriellu detrás de nubes enormes. Nunca había visto una montaña tan alta ni tan escarpada, como un rascacielos en Dubai.

Ponerse al dáa es extraño. Tengo amistades que se basan en eso. No hay tiempo para mucho más, con la vida dividida entre dos ciudades y dos formas muy diferentes de experimentar el tiempo y las rutinas.

Y esto no es todo lo que me ha ocurrido este verano, pero quizás si lo más relevante para este tipo de contenido. Al final esto es un contenido más o menos profundo pero no por ello es menos contenido. Espero que disfruteis de las cosas que subo.

Me gustaría ponerme al día con vosotras. Contadme qué tal, a dóacutende fuisteis de vacaciones, cómo matais el tiempo, vuestras últimas obsesiones, lo que sea. :3 Ya se q es un rollo tener q crearse una cuenta pero no hay nada gratis en esta vida.

No me pongais más de 100 comentarios q si no me cobran 15 pavos no es broma.